sábado, 6 de febrero de 2010

La historia de Eco

-¡Vamos a explorar, es por aquí!- gritó Luisa a los demás niños.
Ninguno de ellos respondió pues todos tenían miedo a la oscura cueva que señalaba la chica, prefirieron dar media vuelta sin decir palabra y regresar a sus casas. Luisa una niña valiente y curiosa no temía entrar sola, ignoro a los demás chicos y siguió su camino.
La cueva realmente estaba muy oscura, Luisa se detuvo y gritó -¡hola!- e inmediatamente se escuchó en el fondo –hola, hola, hola- el sonido lentamente se desvanecía hasta que hubo silencio.
- Soy Luisa- exclamó emocionada, esperando escuchar su voz ampliada de regreso, pero en cambio escuchó – yo soy Eco, Eco, Eco-. La chica se sobresaltó pero la voz continuó – no temas, necesito tu ayuda, ayuda, ayuda-.
Luisa no sabía exactamente qué hacer pero su curiosa naturaleza la obligó a preguntar a la voz que dónde se encontraba.
– Solo sigue mi voz, voz, voz- la chica realmente no veía nada, dando pequeños pasos trataba de hallar a la mujer detrás de la voz, pero cuando llegaba a un punto en el que creía encontrarla, la voz volvía a oírse al otro extremo de la cueva, Luisa se sentía completamente perdida.
– A tu derecha, hay una roca plana, debes sentarte y escuchar mi historia, historia, historia- dijo la mujer misteriosa.
- Por fin- susurró la niña y tomó asiento.
- Soy una pobre hija de Eco, la ninfa con la voz más bella que ha existido, de esta virtud nace mi desgracia, desgracia, desgracia- contaba la mujer de la cueva.
- ¿Por qué alguien con la voz más bella podría ocasionar una desgracia?- preguntó ansiosa Luisa.
- Es una historia muy larga, pero te la contare. Eco con su hermosa voz encantaba a los dioses que querían cortejarla, pero especialmente al más poderoso, Zeus, fue al que atrajo. Hera, la esposa de él, se enteró y como es bien sabido, era una mujer muy celosa. Cuando supo de la aventura de su marido, su furia fue tal que, la descargó sobre Eco, le quito su más grande virtud, su voz, y la condeno a repetir la última palabra que decía, decía, decía-.
La niña se encontraba un poco asustada y le preguntó:
- ¿Tú cómo llegaste hasta aquí?
-Sencillo, la ninfa tenía que encontrar su libertad y para hacerlo se escondió en una cueva, tendió trampas a todas las mujeres y algunas caímos, caímos, caímos- concluyó la hija de Eco.
-Debió ser horrible saber que te condenaban
-Lo fue, pero al fin he encontrado quien me reemplace- dijo la mujer con alegría y un ligero cambio, esta vez no repitió la última palabra.
“ Libertad” fue la última palabra que Luisa pudo escuchar antes de que la mujer saliera y desapareciera para siempre.
Desde entonces Luisa se encuentra sentada en esa roca plana, repitiendo la última palabra de lo que los niños miedosos gritan pero sin atreverse a entrar.

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