viernes, 7 de agosto de 2009

La mujer del cuadro

No era la primera vez que entraba a ese lugar. Pero esa vez reconocí todo de una forma distinta, los muebles, los cuadros y hasta las plantas. Era un recuerdo lejano como de otros tiempos. Sentía una familiaridad extraña con todos esos objetos, no podía ser de las tres o cuatro veces que los había visto en esa casa, era algo más.

Al principio trate de ignorarlo todo, seguramente estaba imaginando cosas. Fue cuando advertí los ojos de aquella mujer del cuadro, supe que algo anormal me estaba pasando. Trataba de no mirarla pero al mismo tiempo atraía toda mi atención. Parecía que intercambiábamos miradas. Algo imposible pues ella estaba pintada. Cada vez que pasaba esto, en mi mente se agolpaban un montón de imágenes desconocidas para mí.

Trataba de concentrarme en la plática general, pero en mi interior solo pensaba qué podían ser esas imágenes. Cambie de lugar y me senté en un sillón dándole la espalda a la mujer del cuadro, ahora tenía la imagen en mi mente. Seguían llegando escenas muy raras y completamente desconocidas a mi cerebro.

En esos momentos ya no tenía idea de lo que hablaban los demás, estaba completamente agotada. Me quede dormida.
Estaba en una casa de estilo antiguo, todo era de madera. Se veía nueva, parecía que la acababan de estrenar. Fue cuando di un paso que me hice conciente de todo mi cuerpo, realmente estaba muy incómoda. Tenía puesto un vestido morado con olanes, en la parte de arriba un corsé, en la cadera se agrandaba y se hacía esponjoso, llegaba hasta el piso. Los zapatos estaban muy apretados, tenían un ligero tacón. En mi cabeza el pelo estaba restirado, por la espalda caían como una cascada gruesos bucles. Cada movimiento era una tortura.

Por el olor que había en toda la casa, debían estar cocinando. Camine a la cocina y no encontré a nadie, el agua escurría de una olla, apague el fuego. Afuera se oía un tumulto. Disparos, gente gritando y llorando. Tocaban, más bien, golpeaban la puerta con tal fuerza que parecía que la iban a tirar. Era una mujer indígena con un bebé en brazos. Abrí, la mujer entro corriendo y me rogó que cerrara la puerta, si no la matarían.

Me explicó que habían llegado federales de toda la zona para matar a los indígenas que todavía vivían al rededor de las rancherías, últimamente los señores se quejaban de que robaban a su ganado, incluso de que se habían metido a las casas. La señora me juro que no habían sido ellos, pero siempre los hacían pagar.

Yo tenía mucho miedo, si nos descubrían, podrían matarme a mi también. Oculté a la mujer en la despensa y le rogué que calmara a su hijo.

Volvieron a tocar la puerta, era un federal. No podía controlar mis nervios, seguro me atraparía. Abrí la puerta con todo el cuerpo temblando. Escuchó un quejido del bebé, me preguntó si todo estaba bien. Me explicó lo mismo que la mujer hace unos momentos, claro su versión de los hechos. Me pidió que cerrara bien toda la casa y no le abriera a nadie.

Se escuchaba mucho ruido afuera, estaba muy asustada, no entendía nada.
Corrí a la despensa, ahí seguía la mujer indígena con el niño, le dije que aún no podía salir, teníamos que esperar a que se calmaran las cosas.

Mucho ruido y un golpe muy cerca, habían tirado la puerta de la entrada a balazos. Eran indígenas tratando de salvar su vida a toda costa. Me apuntaron con el arma y me ordenaron que me fuera. Salí de mi casa y corrí, todo lo que pude a refugiarme. No fue suficiente, sentí el impacto de un balazo en el pecho, caí inmediatamente, sentí una fuerte opresión en la pierna y en la cabeza, creo que fue un caballo. Lo último que pude escuchar fueron gritos confusos.

Desperté. Me hallaba sola en ese cuarto. La mujer del cuadro me estaba mirando, todas las imágenes pasadas llovieron a mi mente y tomaron sentido. Yo era la mujer del cuadro.

2 comentarios:

  1. No es el mejor, pero por fin quedó.

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  2. uuuu bien jovena!!!! me agrada, no deberias justificarte con el comment, no need.

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